EL
TAPATIO-SINALOENSE
Por
David Aréchiga Landeros*
Nací en Mazatlán, Sinaloa, en 1939 y
comencé a trabajar en el Ferrocarril del Pacífico en 1954 empresa que tenía sus
oficinas generales en Guadalajara.
En 1960 decidí trasladarme a la capital
tapatía para buscar otros aires más altos y templados.
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Catedral de Guadalajara |
Conocí la gran Catedral de
Guadalajara, el majestuoso Teatro Degollado, probé la birria del barrio
de "Las Nueve Esquinas", las tortas ahogadas de "La
Alemana", el menudo de "El Tizoc", las nieves de "El Polo
Norte", escuché el mariachi en vivo y a todo color en "El
Parián" donde también probé el buen tequila, acompañé a la Virgen de
Zapopan el 12 de Octubre y me enamoré de Guadalajara y Jalisco.
Me
adapté pronto al nuevo ambiente y a mi trabajo ferrocarrilero en Guadalajara,
recorriendo el Estado los fines de semana, y en Chapala encontré a través de su
hermoso lago, en aquel entonces lleno a toda su capacidad, el punto de
referencia más importante ligado a mi querido y añorado mar mazatleco.
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Lago de Chapala |
Sin embargo, no todo fue miel sobre
hojuelas, pues cuando ponía mi viejo disco de acetato y escuchaba el Corrido
Sinaloense, con la tambora de mi tierra, se me venía la nostalgia encima cuando
oía: "Desde Navolato vengo, dicen que nací en El Roble, me dicen que soy
arriero porque le chiflo y se para, nomás aviento el sombrero ya verán como
repara, y Ay, Ay, Ay, mamá por Dios...".
Ese sentimiento por la tierra lo
resolvía aprovechando para viajar a Mazatlán en mis vacaciones de trabajo,
visitando ya en plan de turista nuestra hermosa Catedral, el faro, paseo del
Centenario, el Teatro Ángela Peralta, Plazuela Machado, su gran
mercado realizado por el Ing. Gustavo Eiffel, creador de la gran Torre de
Paris, y la modesta y querida Colonia Klein ferrocarrilera donde nací.
Terminaba el ritual bañándome, a en la Playa Norte para absorber el
espíritu y esencia del Océano Pacífico que fue mi cuna en el estero cercano en
que viví mi infancia y adolescencia.
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Barrio de San Juan de Dios en Guadalajara, 1962 |
En 1962 regresé a Mazatlán para
casarme con Ana, mi única novia de la adolescencia, radicando
en Guadalajara para vivir la experiencia juntos en esta gran capital
tapatía, donde durante los años sesenta nacieron nuestros hijos Célida, Maria
Luisa, Anita y David, todos tapatíos.
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Catedral de Mazatlán |
Entre 1966-1971 cursé la carrera de Derecho,
continuando la Maestría y Doctorado en la querida Universidad de Guadalajara,
donde fui maestro durante treinta años, actualmente jubilado, retirándome
también de mis actividades en el Gobierno Federal y del Estado, de tal manera
que mi única y preferida actividad a la que ahora me dedico, es
a escribir en mi querido Periódico "EL OCCIDENTAL", diario que
ha difundido mis cuentos, poesía, prosa y delirios políticos, que mucho le
agradezco.
Complemento mi labor periodística dedicándome ahora a disfrutar
de la familia, mis amigos, y además a las labores propias del hogar
como ayudante aprendiz de mi señora esposa, donde espero titularme algún
día.
Todo lo anterior no hubiera sido
posible sin seguir escuchando mi viejo disco de acetato que siempre me ha
recordado el Corrido El Sinaloense: "Me dicen enamorado, pero de eso nada
tengo, nomás me dicen el negro, el negro pero con suerte, porque si me sale un
gallo no me le rajo a la muerte, y Ay, Ay, Ay, mamá por Dios...";
recuerdos que provocan mi escapada sistemática a mi puerto para hacer el
recorrido romántico acostumbrado que terminaba en el baño ritual en la Playa
Norte para nutrirme de la mar y la sal para fortalecer mi sangre mazatleca.
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Edificio de la antigua Rectoría de la UdeG. Hoy es el Museo de las Artes |
Y aquí sigo en nuestra Guadalajara
querida, listo y preparado para cumplir mis primeros ochenta años de vida,
creciendo y envejeciendo junto a mi gran ciudad y enamorado de ella como el
primer día, acompañado de mi gran mujer, cuatro hijos, cinco nietos, una
bisnieta y mis dos hermanas, que representan la plena y gran realización
de mi vida.
Guadalajara en 2018
Vuelvo a tocar mi viejo disco de
acetato y escucho: "Soy del mero Sinaloa donde se rompen las olas y busco
una que ande sola y que no tenga marido, para no estar comprometido cuando
resulte la bola, y Ay, Ay, Ay, mamá por Dios...".
Resumo:
Ha pasado más de medio siglo y
estoy aquí, en zona montañosa, clima templado, pero mi alma mazatleca quedó en
ti, habitando la cúpula del faro.
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Carnaval de Mazatlán |
Si acaso mi destino permitiera,
formular un deseo, el más cabal, antes de que mi alma se extinguiera, sería el
de morir en carnaval.
Contemplar a tu reina, prototipo de
la belleza de mi tierra, admirar su gracia, doncellez y su hermosura, decirle
que su voz es de sirena, que su pueblo la ama y la venera, por su gran
excelencia y su dulzura.
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El Sol se hunde en el océano |
Escuchar a la banda "El
Sinaloense", "Los Papaquis", "India Bonita",
"Niño Perdido" y "Mazatlán", y cubierto de serpentina y de
confeti, hundirme con el sol en alta mar.
dalan16@hotmail.com *Doctor en Ciencias.
Universidad
de Guadalajara.
CULTURAL PRESS
=
PRENSA CULTURAL
Saber y Periodismo
Director
Mtro. Jesús Pérez Loza
Redacción
José de Jesús Morales
Felipe Hernández Sandoval
Innovación y Logística
Yolanda Tiscareño Valencia
Guadalajara, Jalisco, domingo
5 de agosto de 2018.
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