sábado, 23 de diciembre de 2017

La nostalgia y la felicidad, sublimes sentimientos humanos de este tiempo decembrino


San José, el niño Jesús y la Virgen María, en Belén.


CUENTO DE NAVIDAD
Por David Aréchiga Landeros*

  Cuando yo era niño...Uhhhhhh..., hace más de medio siglo,
todavía existían las locomotoras de vapor que jalaban los trenes
de este país, desde la época de Don Porfirio Diaz, un dictador mexicano que nos gobernó durante treinta años, permaneciendo
en el poder hasta 1911.



Patios del ferrocarril en Mazatlán, Sinaloa

  Conocí las locomotoras de
vapor en los patios
del Ferrocarril en

Mazatlán, Sinaloa,
en los años cuarenta del siglo pasado acompañado de
juegos de canicas, balero, trompo, rayuela, pero entre ellos existió

un juego que en mi niñez fue mi pasatiempo favorito: ponerme enfrente de una máquina de vapor en movimiento en el centro
de la vía y subirme


Jugando con los trompos
a ella de frente, brincando a un estribo, escalón o marchapié que las

máquinas traian adelante como defensa y para uso de los empleados

ferrocarrileros llamados garroteros. Esa era la forma de demostrar

nuestro valor de aquel grupo de niños de 10 años, todos hijos de

ferrocarrileros, que vagábamos en los patios del Ferrocarril después

de salir de la escuela primaria cercana a los patios de trenes, en

aquellos tiempos de nuestra niñez. 
Mazatlán, Sinaloa

Esporádicamente ocurrían accidentes

y no era raro ver algún niño mutilado, sin una pierna o brazo, o fallecido.

  Pero para mí, no todo fue lo relacionado con las máquinas de vapor y ferrocarril que representaba la aventura peligrosa y
hasta trágica,



Máquina de ferrocarril de vapor
pues además, guardo recuerdos muy felices al relacionar la máquina de

vapor negra, enorme e impresionante, con los regalos que me llevaba mi

padre ferrocarrilero cuando viajaba a Guadalajara en temporada de

Navidad, llevándome regalos que no existían en Mazatlán, como un
caballo tipo mecedora de mi tamaño, que fue la envidia de mis amigos


aunque a veces se los prestaba; una bicicleta pequeña de dos ruedas
para niño, que fue la novedad en mi colonia, un carrusel de cuerda que
hacía tocar una bella melodía mientras giraba con figuras muy
coloridas de elefante, caballo,
jirafa y venado, que resultó

inolvidable para mí, ahora setentón.



Panteón de la Esperanza en Mazatlán, Sinaloa

  Pero mi juguete más bello siempre será aquella máquina de vapor
ferrocarrilera que jalaba los trenes de aquellos tiempos, a la que me subía en movimiento, de frente, en medio de la vía, con una emoción que llegaba al enamoramiento. Esa bella máquina
a la que los ferrocarrileros mayores le llamaban "La Prieta Linda", por negra, potente, fogosa, humeante y con el fuego adentro, que despertaba pasiones en la gente del riel.

  Esa hermosa máquina de vapor que con su triste silbato acompañaba los sepelios de los ferrocarrileros fallecidos, en la
vía paralela al camino del panteón de "La Esperanza", seguidos por el llanto de la familia y los amigos solidarios en el dolor que
era de todos, como una sola familia. Oír ese silbato melancólico,
nos hacía llorar a todos, sin ser pariente del difunto.



  En esta Navidad, viene a mi memoria la vieja máquina de
vapor ya desaparecida, pero inolvidable en la vida de los viejos
ferrocarrileros sobrevivientes, porque nos trae recuerdos divertidos,
amables y nostálgicos por la añoranza de tiempos que se fueron con
todas las alegrías y tristezas del gremio ferrocarrilero, en cuyo
ambiente nacimos, crecimos y aún vivimos, a través del recuerdo.

  Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.











dalan16@hotmail.com 
*Doctor en Ciencias.

Universidad de Guadalajara.



















PRENSA CULTURAL 

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Director
Mtro. Jesús Pérez Loza
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Jefe de Redacción
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Innovación y logística
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Guadalajara, Jalisco, sábado  
23 de diciembre de 2017.

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