LOS DESAPARECIDOS
Por David
Aréchiga Landeros*
México se ha convertido en un país mágico donde
desaparecen seres
humanos, sobre todo jóvenes, que siempre se habían
considerado como un
potencial para el desarrollo y futuro de la
sociedad.
Las culpas de la desaparición se reparten entre los
padres de
familia, maestros, políticos y la sociedad en
general, considerando
que entre todos hemos sembrado y cultivado la
semilla de la
desaparición.
A algunos padres de familia se nos culpa de
no haber sido capaces de
educar a nuestros hijos con el buen ejemplo para
formarlos en casa,
como buenos ciudadanos para lograr una mejor
sociedad.
A algunos maestros se nos considera
culpables por no cumplir
cabalmente con nuestra función de educadores, como
complemento de la
formación familiar, dando todo lo que esté de
nuestra parte para
lograrlo, ante una reforma educativa que no llegó a
cristalizar ni
como reforma administrativa laboral.
Los padres de familia y los maestros pasamos
la culpa a los
políticos gobernantes, acusándolos de corrupción,
pues utilizan la
mayor parte del presupuesto en el provecho de sus
ambiciosos apetitos
pecuniarios, en vez de servir a los gobernados,
como lo pregonan ahora
en sus costosas campañas electorales, en las que
desaparece también
cualquier signo de verdad, decencia y dignidad que
nunca han
practicado porque desconocen dichas cualidades.
Los padres de familia argumentamos que la
vida cada vez está más
cara y difícil de vivirla, al grado que ambos
cónyuges se han visto en
la necesidad de trabajar, descuidando la
educación doméstica de los
hijos. Los salarios son tan bajos que no alcanza
para la manutención
de la familia, y con la tensión en que se vive, han
aumentado
alarmantemente el número de divorcios en el país,
situación que ha
afectado principalmente a los hijos, que a veces
desaparecen.
Las marchas para protestar por los desaparecidos y la exigencia de jusicia a las auoridades, se repiten en todo el pais. |
Los maestros damos como razón el hecho de
que en la escuela se
reciben muchos alumnos muy mal educados en sus
hogares por los malos
ejemplos; indisciplinados y mal alimentados, lo que
se refleja en
fallas en el aprendizaje y violencia en el ámbito
escolar. Los
maestros nos quejamos de una pésima reforma
educativa que afectó las
percepciones laborales y una división sindical que
a veces llega a
paralizar las escuelas en perjuicio de todos.
Por su parte, los políticos no cantan mal
las rancheras, pues ellos
mismos se encargaron de dividir al sindicato con
fines políticos
electorales, creando reformas para reducir las
prestaciones laborales
y hasta llevando a prisión a su líder por motivos
políticos, pero sin
perder el control del Sindicato más poderoso de Latinoamérica.
Los políticos también son culpables de no
crear suficientes fuentes
de trabajo con salarios más dignos para ciudadanos
y maestros, y de
que no construyen todas las escuelas que se
requieren para satisfacer
las necesidades educativas integralmente.
Y mientras repartimos nuestras respectivas
culpas, muchos jóvenes
desaparecen como por arte de magia. Algunos se van
porque no soportan
el ambiente hogareño o de la escuela; otros tal vez
porque invadidos
por la inquietud juvenil, van en busca de una
aventura. Otros más se
marchan en busca de dinero fácil que al final
resulta difícil, o son
secuestrados con fines de chantaje o explotación, y
otros sufren
circunstancialmente las consecuencias de la
violencia que se estila en
este país, sobre todo en este siglo, sin dirección
positiva, con
partidos ya muy partidos por la corrupción e
impunidad que nos resulta
insoportable.
Hay culpa en la sociedad entera, en todos
nosotros que la formamos,
y si no cambiamos positivamente, en el pecado
seguiremos llevando la
penitencia.
Resumo:
Es lamentable la realidad actual que nos rodea,
donde entre todos, en coro, estamos
conjugando el verbo "desaparecer": -Yo
desaparezco, tú desapareces,
él desaparece, nosotros
desaparecemos y
ellos desaparecen.
*Doctor en Ciencias.
Universidad
de Guadalajara.
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Jalisco, México, sábado
28 de abril de 2018.
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