EL ESPEJO Y LOS DÍAS
Por David Aréchiga Landeros*
Cada amanecer me
levanto y camino hacia el espejo, para ver en mi rostro un día más, y lo
noto en mis ojos repletos de tantos recuerdos frescos, de tantos días que
han visto mi vida pasar, contento.
Mis ojos cansados,
cargados de vida, cargados de imágenes, de cosas muy vistas, a lo largo del
tiempo ya ido, de recuerdos que ahí permanecen y que yo olvidar
no he podido.
Y ahí, parado esta
mañana ante el espejo, veo mis ojos, y puedo
observar aquellos días de
niño, junto a mis padres queridos, cuando los podía abrazar antes de
caminar, respirando el aire del estero, purificado por el verde
manglar.
Veo en mis ojos los
días adolescentes, que mi cuerpo hicieron
vibrar, y la fuerza joven
que el vigor despierta, para poder la vida
enfrentar.
Ahí están en mis
ojos los días de aquel joven, inquieto y alerta con cuerpo de atleta, que gozó
la vida en aquellas playas mazatlecas, en el puerto querido, la caza
y la pesca.
Playas de Mazatlán, Sinaloa |
duro, el estudio firme que
esclarece el alma, ahí veo los días que
llegan y pasan y el ojo
retrata.
Observo también en
mis ojos cafés, los días en que llegan los hijos y luego los nietos
queridos, con hondo placer, y una bisnieta que empieza a crecer.
Estos ojos míos,
ahora me hacen ver, los días más tranquilos en
quieta vejez, que ahora
comparto con bella familia, con viejos amigos con los que disfruto los
felices días que vivimos juntos en el tiempo aquel y que compartimos con
grato placer; abogados, periodistas, el maestro fiel, y muy poca
gente del riel, del ferrocarril aquel que aun sobrevive, pues muchos se
han despedido con un pitido de tren, y allá me están esperando en la
"Estación del Edén", el nombre de un cantina, allá cerca del
taller, con las chelas y mariscos que gozamos con placer.
Las chelas |
He estado sacando
cuentas de lo que ha sido mi vida, de los días que han transcurrido desde mi
nacimiento hasta este día, y encuentro que he cumplido veintiocho mil
cuatrocientos noventa días, mucho tiempo de experiencias bien vividas,
con los recuerdos de niño, adolescente en la costa tan querida, entre
el mar, bellos manglares y las esbeltas palmeras por el viento
sacudidas, juventud de carnavales, la bullanguera alegría, de ese
pueblo que grita y la banda de El Recodo, que a los muertos resucita.
Después, los felices
días en la gran Guadalajara, mi segunda patria chica, grandota tierra
bellísima, con un magnífico clima, donde nacieron mis hijos, los
nietos y mi bisnieta tan querida; me siguieron mis hermanas y aquí reposan
mis padres, origen de la familia.
Todos estos días
están en mis ojos y cada mañana yo los puedo ver, siempre hay nuevas cosas de
gran interés; esa bella imagen, Lago de Chapala que el fin de semana feliz
contemplé, con sus garzas blancas y sus olas suaves, el frescor
del viento tocando mi cara y al fondo luciendo sus verdes
montañas, bello atardecer, que me alegra el alma me quita el stress.
Y aquí estoy cada
día viendo en el espejo mis ojos que muestran cual fotografía, lo que pasó en
el ayer de esta inolvidable vida mía, y esa es la forma de conservar el
recuerdo, pues la memoria falla y la vejez olvida, pues son tantos
recuerdos y tan vasta es la vida; pero estos ojos míos, a diario
recuerdan ésta, mi fiel imagen vivida, y ellos son el archivo secreto de todo
lo que he vivido, recuerdos, que al final del día, nos mantienen
siempre vivos.
Estos ojos míos, son el fiel reflejo de todos
los recuerdos de mi vida, el espejo de mi alma,
que recuerda, que no olvida, y aquí estoy
sin cumplir años, pues yo cumplo solo días...
*Doctor en Ciencias. Universidad de
Guadalajara.
CULTURAL PRESS
=
PRENSA CULTURAL
Periodismo y Sabiduría
Director
Mtro. Jesús Pérez Loza
Guadalajara, Jalisco,
martes 22 de agosto de 2017.
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